Como reacción a la decisión del Ayuntamiento de Galapagar de trasladar la CEPA La Oreja Verde de su ubicación actual, el jueves 15 de junio hubo una manifestación para protestar y pedir la revocación de dicha decisión.
Encuentro de Creadores estuvo allí para documentar tal suceso tomando partido. Aquí mostramos el vídeo:
Parte del guión del vídeo es un cuento escrito por nuestro compañero JARomán. Aquí podéis leer su texto:
Una oreja verde muy especial
Cierto día, el señor maduro que
tenía una oreja verde y que nació en un poema de Giami Rodari, pasó casualmente
por un pueblo cercano a la sierra madrileña. Allí decidió crear un centro donde
implantaran orejas verdes a los adultos de la localidad. Aquella iniciativa
funcionó razonablemente bien durante varios años. Muchos adultos aprendieron a
vivir con aquella sorprendente y casi mágica prótesis. Les permitió volver a
ser los niños que fueron escuchando mejor a sus nietos y entendiendo la
filosofía de sus juegos. De esta manera fueron sus cómplices en trastadas y
travesuras. Todos, incluso los que no tenían nietos, ensancharon sus almas,
llegaron a comprender la extremada lentitud del tiempo de las piedras, el
susurrante cambio permanente de los ríos, el diverso lenguaje de los animales,
el acogedor cobijo de la sombra de los árboles, el tintineo insonoro de sus
hojas, la desesperante pereza de las nubes, la inmóvil vigilancia de las
montañas al proteger sus valles, el incesante milagro de la vida en primavera o
la agradable acogida del fuego del hogar al curar desinteresadamente el frío de
los humanos. Aquella prodigiosa oreja les ayudó a entender, al menos en parte,
las causas de los desatinos y heroicidades de los hombres y mujeres en más de
dos mil años. En definitiva lograron ser más felices e incrementar su
humanidad.
Esto se hizo insoportable para
los regidores de la localidad. Se habían vuelto peligrosos, podrían llegar a
pensar y sentir por sí mismos y concluir que no necesitaban a sus gobernantes.
Aquellos súbditos podrían poner en peligro todo el orden que desde hacía mucho
tiempo habían estado construyendo. Ellos, como regidores que eran, sabían muy
bien lo que le convenía a la población. Aquellas mamandurrias de pájaros,
arroyos, nubes, etc., eran perniciosas. Ellos habían diseñado una comunidad
seria, dedicada al trabajo y a los
negocios. Comprendieron que el centro al que aquel señor maduro le puso el
nombre de La Oreja Verde era un peligro social y un despilfarro. Decidieron
derribar su obra dedicando el lugar a otros menesteres más productivos.
Pero en aquel momento los
habitantes de aquella localidad ya se habían percatado que ellos mismos
deberían también decidir sobre sus propios asuntos. Aquella especial oreja verde
no sólo les servía para escuchar lo que anteriormente eran incapaces, sino
también les permitía hablar, protestar, reclamar, etc. Así decidieron juntar
todas sus voces para que alcanzaran una intensidad tal que pudieran ser
escuchadas en los profundos y novísimos despachos donde se recluían sus
regidores.
Para demostrar su determinación
se "encadenaron" alrededor del centro colocándose tras una cinta
verde mágica.
¿Conseguirán que sus gobernantes
se retracten de aquella decisión unilateral?
La historia y la poesía nos darán
la respuesta.
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